sábado, 27 de abril de 2013

PARADIGMA




     A raíz del debate epistemológico, la palabra paradigma, en cuanto expresión lingüística asociada al campo de la investigación  ha conquistado ciertos espacios connotativos que la sitúan en un lugar privilegiado y que le otorgan un cierto carácter de concepto unívoco, casi obligante  hasta el punto de que mucha gente cree que al hablar de paradigma se habla de investigación o de filosofía de la investigación. En realidad no es así. Paradigma es, en sí misma, una palabra tan banal e intrascendente como cualquier otra. Su fama se debe a la circunstancia particular en que fue usada por el sociólogo Thomas Kuhn, quien se interesó en los radicales cambios de aceptación pública que ocurrían en el terreno de las ciencias naturales y quien intentó explicar tales cambios desde una perspectiva histórica y sociocultural (Kuhn, 1975). 
   Thomas Kuhn utilizó la palabra paradigma para referirse a cada una de estas conquistas de conocimiento científico que se iban imponiendo con el tiempo y que, como si fueran "modas" u ondas artísticas (casi como los ciclos de los cantantes), comenzaban por desplazar a la tendencia vigente, seguían hasta imponerse como tendencia dominante y terminaban siendo desplazadas por otro nuevo paradigma naciente y así, sucesivamente, siempre dentro de un mismo esquema estructural que él proponía como explicación a las revoluciones científicas. Su influencia fue tan grande que la palabra paradigma se popularizó y se convirtió en una verdadera referencia conceptual. Sin embargo, ni el mismo Kuhn, para el momento de su famosa publicación, tenía un concepto bien claro y definido de esa pala­bra (Kuhn, 1978).  
   El resto lo hizo toda aquella secuela de reseñadores, lectores y filósofos que dieron a la obra de Kuhn una notable resonancia internacional. No obstante, la palabra en cuestión ya había sido usada por Platón y Aristóteles en el sentido de "modelo" y "ejemplo" (Abbagnano, 1986:888), que no tenían nada que ver con las revoluciones científicas, e, incluso, era de uso común en la lingüística de mediados del siglo XX para aludir a ciertas estructuras "semiológicas" (Saussure, 1969) en un sentido muy diferente al de Kuhn. Así, pues, en sí misma, esta expresión no tiene por qué estar vinculada  unívocamente a un concepto epistemológico importante ni tiene por qué ser de uso sacralizado u obligatorio cuando se hace referencia a las variaciones en la ciencia o a las opciones de investigación científica. En realidad, no pasa de ser un término estrechamente conectado a la interpretación socio histórico de Kuhn, término que se llena de riesgos cuando se le intenta extender a las cuestiones filosóficas subyacentes. 
   De hecho, un célebre filósofo contemporáneo de Kuhn, sensible a las importantes observaciones de éste, prefi­rió reinterpretarlos bajo el concepto de "programas de investigación" (Lakatos, 1983). Mientras con el término paradigma las revoluciones científicas parecen concebirse como enfrentamientos súbitos e inesperados entre particulares construcciones de conocimiento y entre determinadas tendencias epistemológicas metodológicas, el término "programa de investigación" parece incluir la idea de "paternidad" o "generación" (más que de "choque") entre dos hitos de conocimiento, casi como si cada uno de ellos contuviera en sí mismo la semilla de un sucesor "revolucionario" que lo habrá de desplazar en su momento oportuno; en ese sentido, cada vez que un movimiento científico empieza a crecer y a desplazar al anterior, está al mismo tiempo gestando en sí mismo a otro movimiento que, tarde o temprano, terminará a su vez planteando una subsiguiente revolución. Visto así, la diferencia estaría en que, mientras la pala­bra "paradigma" concibe las revoluciones científicas como estructura de SUCESOS, la palabra "programa' las concibe como estructura de PROCESOS (más adelante se entenderá esta diferencia). 
   En todo caso, lo importante de esta acotación está en que "paradigma" no es un concepto tan neutro o tan general que pueda ser usado ingenua e inocentemente para hacer referencia, sin más, a cualquier opción de investigación, a cualquier tendencia o a cualquier movimiento científico. Por tal razón, al aludir a estas cosas, preferimos usar corrientemente las palabras enfoque o modelo (científico o de investigación), dejando el término pa­radigma, siempre con sus comillas, como especie de cita textual que haga alusión a la célebre polémica en las ciencias sociales.

      En conclusión, paradigma se usa comúnmente hoy en día para designar una postura, una opción o un modo sistemático de investigar, opción que se expresa en típicas vías técnico-instrumentales y que responde a un fondo filosófico o manera de ver el mundo, el conocimiento humano y sus procesos de producción. Si se entiende así, si se consideran los riesgos de inexactitud al generalizar esa palabra más allá del concepto original y si, además, queremos un curriculum libre de tomas polémicas de posición, entonces convendría más, probablemente, hablar de enfoques o modelos de investigación (teóricos, epistemológicos o metodológicos).

Referencia bibligrafica: 
Padrón Guillen, Jose. (1992) PARADIGMAS DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES.  
Un enfoque curricular ESPACIO PARA UN PROGRAMA DE FORMACIÓN DE INVESTIGADORES
Postgrado, Universidad Simón Rodriguez. Caracas, Venezuela



1 comentario:

  1. Ambrosía Rodriguez 09 mayo 2013
    Luego de analizar los diferentes conceptos emitidos considero que es un patrón o modelo seguido por los individuos, dependiendo del contexto donde se encuentre que lo orientan a tomar decisiones sin la certeza de que los resultados de una acción contraria sean reales.

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